martes, 18 de diciembre de 2012

Eslovaquia y Hungría


Eslovaquia, el país inesperado…

Hacía tiempo una pareja de Eslovaquia que conocimos cuando fuimos al desierto de Merzouga, en Marruecos, nos había invitado a su ciudad, Kosica. Tuvimos que pensarlo bastante porque no podíamos estar mucho más en Europa porque no nos iba a alcanzar el tiempo para hacer todo los demás países antes de llegar a Australia, el fin de nuestro viaje. Como estaba haciendo demasiado frío y nuestros amigos se mostraron muy interesados en recibirnos decidimos no ir a Suiza y visitar Eslovaquia y Hungría.

Kosica

Llegamos a Kosica para la hora de la cena y Pavol y Miriam nos esperaban en su auto para llevarnos a cenar a un acogedor restaurante del centro de la ciudad. Durante la cena hablamos bastante y nos pusimos un poco al día.

Al llegar al departamento nos encontramos con el hijo de Miriam, Jacob, un adolecente de 19 años y con su hermosa y simpática gata, Smoke. Tanto al Tata como a mí nos encantan los gatos así que todos los días que estuvimos en casa de nuestros amigos no paramos de acariciarla y hablarle.


Al día siguiente salimos los cuatro en auto hacia unas montañas donde también se pueden hacer deportes sobre nieve durante el invierno. Apenas bajamos del auto nos dimos cuenta que la neblina del lugar nos tapaba casi totalmente la vista de las montañas. El plan era subir a las montañas y apreciar la vista desde allí pero con esa neblina decidimos no hacerlo. Por unos minutos se despejó apenas y pudimos ver un poco de aquellas impresionantes montañas. Bajamos un poco y paramos para tomar una sopa en un lugar impresionantemente bello donde todas las casas tienen techos a dos aguas y construcción con madera. La sopa que tomamos estaba un poco picante para hacernos entrar en calor y además Pavol pidió un shot de una tradicional bebida con un 52% de alcohol. Por supuesto que entramos rápidamente en calor y salimos con el auto para visitar una famosa iglesia que se encuentra en un pueblo muy cercano. La iglesia era de estilo gótico como la mayoría de las iglesias de Europa del Este y por cierto muy bonita, pero cuando entramos nos dimos cuenta que la parte más interesante y atractiva de la capilla era el altar que estaba tapado porque se estaban realizando trabajos de mantenimiento. Sobre este se colocaró una foto gigantesca del mismo como para que la gente supiera de que se trataba de este hermoso altar. Pavol se enojó bastante al darse cuenta que no podríamos ver el altar en vivo y directo y le reclamó a una de las personas encargadas del lugar diciéndole que deberían avisar esto antes de que las personas compren la entrada.




Enseguida el tema de no poder ver las montañas por la neblina ni el altar por estar en reconstrucción se transformó en chiste ya que Pavol argumentaba que en realidad que todo por culpa de nuestra mala suerte y casi maldición que llevábamos encima.
Después de la iglesia fuimos a visitar un castillo de piedra que se levantaba imponente en uno de los cerros de la zona. Allí si pudimos entrar y apreciar el lugar como cualquier otra persona normal. Ya casi era de noche, aunque no muy tarde porque aquí sí que oscurece temprano, y fuimos a almorzar. Comimos una típica comida eslovaca en un típico restaurante. Se trataba de una mezcla de pastas con papa y queso bastante apetitosa.



Esa noche volvimos algo cansados por todo el día de paseo y nos acostamos a dormir temprano. Miriam y Pavol fueron más que amables al dejarnos su dormitorio para que descansáramos y ellos se acomodaron en el sillón del living.

Al día siguiente recorrimos la pequeña pero preciosa ciudad de Kosica donde no dejaban de sonar villancicos navideños por las calles aledañas a la iglesia principal y al mercado navideño. Ese día almorzamos en el restaurante de una amiga de Miriam. Cuando entramos al lugar preguntamos por la amiga de Miriam que se llamaba Henika y nos llevaron con una chica que estaba vestida con un traje típico al igual que el resto de las mozas y le comentamos que éramos los amigos argentinos de Miriam. Ella nos miró con cara rara y nos dijo que no conocía ninguna Miriam y que no sabía quienes éramos nosotros. Nos pareció un poco raro pero igual comimos en el lugar. Cuando vimos la carta pedimos algo que parecía rico porque en realidad no entendíamos una palabra del eslovaco. Trajeron la comida y resultó ser exactamente la misma comida que ya habíamos probado la noche anterior.





Mientras esperábamos encontrarnos con Pavol y Miriam por la tarde nos sentamos en un café de un shopping del centro de la ciudad. Cuando al fin estuvimos los cuatro reunido les contamos sobre lo que nos había pasado en el restaurante de la supuesta amiga de Miriam, y ella no dijo que ya sabía lo que había pasado porque había hablado con su amiga por teléfono. Resulta que esta chica que nos atendió era una moza y no la amiga de Miriam pero se llamaba igual que la dueña del lugar, es decir la verdadera amiga de nuestra anfitriona. El problema fue que a esta inteligente mesera no se le ocurrió que tal vez la Henika que buscábamos no era ella si no su jefa.

Mientras paseábamos por el mercado navideño probando diferentes comidas y bebidas vimos y escuchamos como mucha gente saludaba a Pavol por la calle y es que él es el intendente de una ciudad muy cercana a Kosica y parece ser muy conocido en la zona. Lo que más me gustó de Pavol o tal vez de la gente que eligió para que desempeñara su papel como intendente fue el aspecto relajado y de ciudadano común con la que Palov va a trabajar todos los días. Con jeans y remeras graciosas se desenvuelve en su tarea diaria como un ciudadano más. Miriam también tiene una gran responsabilidad en su trabajo en una importante imprenta, de hecho durante nuestro viaje a las montañas su celular no dejó de sonar y sonar.
Esa fue nuestra última noche en Kosica y al día siguiente partimos temprano de la casa acompañados por Pavol hasta la terminal de trenes. Es increíble la cantidad de personas excelentes que hemos conocido durante este loco viaje y sin dudas Miriam y Pavol son unos de ellos. Nuestros nuevos amigos están empezando a pensar en hacer un viaje similar al nuestro y esperamos de corazón que puedan realizarlo y visitarnos.




Hungría, al fin volvemos un poquito a la normalidad…

Buscando y buscando al fin encontramos un pequeño departamento en Budapest para quedarnos durante 4 días. Tendríamos nuestra cocina, baño, comedor y dormitorio. Era como volver a tener una casa. Un poco de normalidad a nuestras agitadas vidas.

Budapest

Llegamos a la mañana luego de un viaje en tren. La dueña del departamento nos estaba esperando para entregarnos las llaves y terminar de limpiar al lugar antes de dejarnos solos. Teníamos tantas ganas de sentirnos como en casa que ese día nos quedamos en el departamento cocinando, tomando vino y viendo pelis. No tuvimos que cuidarnos de que nadie nos viera salir del baño semi desnudos, no tuvimos que analizar si el horario en que queríamos cenar era también el mismo en el que querían cenar los demás integrantes de la casa, no tuvimos que reparar en si estábamos demasiado tiempo en la cama o si el horario de desayuno se nos pasaba. Ni siquiera el radiante e insólito sol en esta época del año nos tentó a salir.

Al siguiente día salimos a recorrer la ciudad y quedamos muy sorprendidos al descubrir sus increíbles construcciones. El amplio río Danubio que cruza la ciudad es atravesado por varios imponentes, bellos y enormes puentes. Después de quedar boquiabiertos por el esplendor del más grande parlamento europeo y su exquisito estilo gótico, cruzamos por uno de los más famosos puentes, el de Las Cadenas, que fue reconstruido en 1949 después de que los alemanes volaran todos los puentes de la ciudad en la segunda guerra mundial.




Del otro lado del puente y ya cayendo la noche sobre la ciudad encontramos el Palacio de Budapest y una radiante iglesia de techos coloridos, la Iglesia de Matías. Allí nos quedamos caminando y sacando innumerables fotos sin querer irnos de aquel mágico sitio.






Por la mañana del día siguiente nos dirigimos hacia la Ópera Nacional de Hungría donde asistiríamos a ver la Traviata. Era la primera vez que estábamos en una ópera y queríamos saber de que se trataba. Estábamos un poco preocupados por que ropa usar en ese elegante lugar pero el día anterior la mujer que nos vendió las entradas nos dijo que podíamos ir vestidos con nuestra ropa de viaje. Así que llagamos con nuestras coloridas camperas de pluma, zapatillas y pantalones cómodos de viajero. Apenas entramos al recinto nos peleamos con la mujer que recibía los abrigos porque no teníamos cambio para dejar nuestros abrigos y era obligatorio hacerlo. De muy mala manera nos dijo que teníamos que ir hasta el bar a buscar cambio. Un chico que estaba a nuestro lado se apiadó de nosotros y nos dio una moneda que nos faltaba para completar la cifra solicitada. Esta mujer nos seguía mirando con mala cara asi que le dije que la situación era estúpida y ella creyó que le estaba diciendo a ella estúpida pero le aclaré que la situación era la “estúpida”, aunque ella también lo era. Un poco enojados entramos a ver las dos horas y media de ópera en un teatro fantástico de techos pintados con obras de arte, sus columnas y sus detalles dorados. La ópera no nos agradó demasiado pero fue una experiencia diferente.

La neblina del último día en Budapest no nos dejó hacer demasiado ya que no podíamos ver nada y mucho menos sacar fotos. Caminamos unas 2 horas por las calles y nos regresamos a nuestra adoptada casita para esperar que se haga la hora de salir hacia la terminal de buses donde tomaríamos un colectivo con destino a Venecia, Italia.



Yo estaba ansiosa por llegar a Italia y no sé muy bien por que, supongo que porque como más del 50% de la población Argentina tengo ascendencia italiana y nuestras costumbres son bastantes parecidas a la de ellos. Así que esta vez salí con un poco más de ganas a subirme otra vez a la incontable cantidad de buses que nos hemos tomado en este viaje. 

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2 comentarios:

  1. Se me ocurre pensar que pisar un poquito el freno a esta altura de semejante viaje les debe venir muy bien.
    Otra cosa que me gustó del relato es que fueron por primera vez a una ópera,justamente a ver la traviata,eso les enseña que no se trata solamente de una galletita con agujeros,jeje.
    Pregunto,¿Es cierto que el Danubio es azul?
    Bueno, hoy 1 de enero de 2013 a las 11hs estoy muy chispita,no se me ocurren más que pavadas.
    Sigan para adelante que como siempre los acompañamos desde la distancia.
    Buen viaje y Forza Italia.
    muchos besos para los dos.

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  2. Bueno yo no lo vi azul al Danubio pero quizás en otra época del año sea azul...
    Finalmente supimos que Traviata no era una galleta!!! jajajaj!!! Eso es lo bueno de viajar, aprender!
    Un beso!!!

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